jueves, 16 de febrero de 2012

Una incoherencia, una fugaz conexión, y un aprendizaje ineludible (otra predisposición)

Una incoherencia, una fugaz conexión, y un aprendizaje ineludible (otra predisposición)

Un murmullo trotando vientos,
de una inconsistencia honesta
que reventando todas las puertas
anda desparramando las crisis
por todas las casas y sus tradiciones,
un consejo que se hace canción
y una alegría desencontrada
surcando charcos de 10mm
con una cadencia inviolable
y tan sofisticada
como una sincronización
fantástica,
o como el espíritu de los cínicos
maximiza Maquiavelos
en el exceso de oferta
de los chantas;
un collar de prisiones felices
en una tormentita
que arruga el coraje,
y el contraste erigiéndose
con un agitar del corazón
y un suspiro;
serpentino, un vacío circundo
el pánico que reproducías
y sin ataques nuevos,
porque ya estabas atacado,
la paranoia del mundo urbano
cada vez mas reiterada
y glorificada en el caos
invadiendo tu sangre
y tus insatisfacciones,
mandibulando despistes
y vicios estoicos
con lo bueno y lo malo
en el mismo material.
La iluminación de los iluministas,
o las farsas en que me interpreto
reproduciendo frivolidades,
una profundidad desgarradora
desmenuza mis partes
más contradictorias y me desnuda,
porque un chapuzón no quita el calor
solo refrescaría la piel
sin donar dietas,
aunque uno elije
el destino es el que provee
entre armonías y caos.
La fiesta de las ideas
y tan lejos de nuestras cabezas
justo, en los pensamientos
nobles sin las barricadas
que te instruyeron inflexible,
y que siempre se te vuelan
sin la imaginación pretendida,
clavarlos, no era
y salir a cenar, nunca es igual
que la comida casera
redoblaba la boca, de tu abuela;
veinte minutos de amor en gotitas
y tres días de desprecio infernal
en el destierro del buen ánimo,
una  traición de cruces cruzadas
una sopita de ostras circunscriptas del mar
en un plato con leds de colores,
y fakes people, que te convencen
que son de veraz con sus opiniones,
en un arpegio virtual de las emociones
en que mostras
toda tu generosidad naif,
un helado derretido chapucea dedos
de almas mas pegoteadas
con el egoísmo mismo;
incubando
una incipiente oscuridad
ecléctica de penumbras
que entristecían a la naturaleza
y al envión de su propio cielo
re partido,
porque forzando nunca sale nada
divino,
y empujando mal
solo se cruzarían las ruedas
del tractor en que arrastras la culpa,
y en el que te escudabas
sin seguridades singulares,
negando el inconciente
con que te construías
la mitad de la vida que pasabas dormido
sin sueños;
fatigarse antes de los meritos
era jugar en contra de uno,
y un regalo del conurbano
que amagaba detenernos sin paciencia,
como las respuestas que nos faltan
y que han sido secuestradas
por la razón, que no explicaba
ni lo extrasencible, ni la nada,
ni los misterios del amor,
fortaleciendo
lo que esconden de ideología
apañando escisiones injustificadas
que se logran desorbitadas
y se instruyen con derechos,
como un maná de mercancías
con el que comulgaban,
sin que se construyan
con la dura sustancia
del mundo de la experiencia.
Y ahí, una brutal asimilación
de la realidad pegada
por sus discursos de bandos,
una fugaz inspiración
de resignificar basuras
atadas al convencionalismo
y a los acuerdos demócratas
de las mayorías sin sabiduría.
La construcción colectiva es
con participación y critica.

Desde la materia había posibilidades de cristificarse en ese retorno al edén,
recordaba un guerrero de los viejos, uno de los que me enseñaba todo el tiempo.
Es tiempo de acción.

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