lunes, 14 de diciembre de 2009

nadie ve, lo que no sabe notar

Tengo
un hambre de colección
por este ayuno ofrendoso,
en busca de la liberación
para que descansemos del dolor;
un plan de tan rígido, inconsistente
y una incomodidad absoluta
por este karma revoltoso,
con los brazos machucados
de dar tantos tumbos
desde los dos mundos,
incomodo en deberes
me siento inmundo
con manchas
que no limpia
el agua.


Esa fuerza, incontenible
esa atracción, indetenible.
Porque volver a escribir
de mi y de vos
y también de la otras
en abstracto, reibles
de corzos sordos
y de papelones absortos;
con ángeles en las nubes
una atención constante
es rara, como el equilibrio
que es decretado
por los injustos.
Un sueño invisible
una trampa sensible
un gris que nos pasa
y que nos pesa,
un ceniza en el espíritu
una tristeza sin colores.
Un ritmo de palabras
en una ola de tecleadas.
Yo ayudaba el paso
y cargaba lo que podía
de ese peso,
pero seguía verde
lejos de tus criterios
mi entendimiento deambulaba
y no había más alcohol en el vaso,
ni charlas, para aprender
de los otros y de sus casos.

No importa te parezca original,
si escuchas, la rima es abismal
y nadie ve,
lo no sabe notar
con sus emociones y razones
con sus restricciones,
estaba entonces,
sin asimilarlo
dando ventajas a las hienas
y a las carroñeras
en estas festivas ocasiones,
tan cerca y hundido,
tan abismal
y desunido,
tan descentrado
disparado
por los mil centrífugos
remolinos,
y tan próximo al precipicio
de todos los modos
te llevabas puesta mi ilusión
y me mandaste
sin el vuelo,
a caminar las tierras oscuras
contrastando
convertido
de adentro para arriba.