domingo, 15 de noviembre de 2009

Me imagine la canción
que me hiciste
y no concluiste
tocando el fuego
curándome
y me deje,
subir
a esa nave
tan sofisticadamente,
a influenciarme por tus voz
y darme cuenta que es,
como estar en un templo
que me cantaba lejos y que,
me parecía al oído,
para sentir todo tiempo el eco;
tan elíptica y narcotizante
su encarnada propuesta
tan sugestiva e interna
tan ideal,
que andaba
abriéndome a los cielos,
reventando ecuaciones, que no contenían
destrabándoles conciencias,
hasta los más perros
desarticulando
inconsistencias,
tan vigentes y actuales
compartía sonrisas
arreglando.
Es como el fascinador
sin objetos
de atrapar sentidos y engañarlos
y festejar todos los cumpleaños
de todas las eras,
en iglesias universales
sin curitas golosos
ni dueños tramposos
para todos todo
menos tu maldad.
tal vez No soy
la cita que mereces