martes, 24 de febrero de 2009

20 del 2, esperanzada desilusión

Roe un apio y se despeina,
para cambiar,
el cruce de sus piernas,
los mirones babean
y la tartaleta les tiembla
entonces, ella los provoca
contenta.
Sintiendo una incomunicación
loca,
premeditada,
indivisible, en este día;
que atrapada,
y que se eterniza misántropo
y en el que ya,
me había imaginado contigo
a todos tus lados;
y en mi entelequia nos soñábamos
y que rodeaban
mis manos, tus finos pelos
y que nadaba en el, deteniendo el tiempo
con mis mil sonrisas imperfectas
y tu dulce mirada.
Saltaba en tres patas
una rana alterada en genética.
Y él transitaba,
cada uno de sus pasos
con una melancolía tan convidada,
arrasadora y tan invasiva.
Que ni yendo a menos, en el tute
tiene buena liga.
Circulaba el amor,
curioseaba
y que, ya nunca lo dejaría,
y que convencido en él
siempre, será su mejor creencia,
para cargar, a la vez que trajinaba
con una necesidad de limpieza
tan honda
y se demandaba en orden
una astuta claridad de ideas,
honestas y redondeadas.
Que era verdadero y que era fantástico
no diferenciaba
entre las más, comunes preguntas.
Percibirte la fachita, es irrealizable
en las tres horas de diferencia
que tildan a mi conciencia;
y a ti, a más de dos o tres
mil kilómetros de distancia,
que no son nada
para nuestra conexión telepática.
Las barreras sin autoridad
y los miedos que te impusieron
creen que pueden controlarte.
Pásame ahora con todo lo sano que cargas
y mata consiente lo malo.
No dejes de pasarme más,
en todos los demás ratos.
Pensaba, en que la mejor sucesión
que se le puede dejar a un hijo
es su buen nombre.
La falta de libertad, la prisión
no valen cualquier herencia
a la dependencia.
Agencias de inteligencias
artificiales
con espías torpes y berretas,
cuando no todos se autopiensan.
Vestigios de esclavos modernos,
en la necesidad de los necesitados.