martes, 22 de diciembre de 2009

el post posterior al 101

Salivan al cielo
y la luz interior olvidan,
en institucionalizadas injusticias
y sucias mentiras
sin dejar nunca, buen ejemplo
ni buena semilla
y lo que hacen es
escupirse pues, los ojos propios,
o los de sus patovicas,
y con las emociones
hacen astillas
que estacan papeles
más allá de las farsas
súper ciertas que pregonan
ajustados a derecho,
mañanas concentradas
y vos seguís, ahí acomodado
en tu sillita, funcionando
para los que siempre aborreces
con tus sentencias y palabras,
tras mil mediodías de fast food
y de hamburguesas finitas;
cansado naufragas
un existencial fin de semana
de colchón, números y chancletas
para olvidarte los ideales,
por estúpida conveniencia
y para suplir, por los fines
la carencia
superabundante.
Con un cotillón perspicaz
te hacen sentir importante en ese traje
más allá de la ciencia,
desde un banquete
con la obediencia y la corporatividad
del otro lado del charco,
donde se lava la guita en sus bancos;
en una fiesta inmensa
de luces altas y bajas
en las que regalan
esponsoreados, para las doñas
plásticos siliconados
e inyecciones
para terminar con la jeta como patos
aunque con los labios más carnosos
quien los besaría, pregunto
si son tan tramposos.
Sin respeto
más de tres paladines
se fugaron cerca en los 80s
y nos dejaron sin aristas
aunque sus historias sirvieran
para mejorar todas las vistas
artísticas,
por cruzar fronteras
por esa rebeldía tan inconducente
por esa energía de espejo
de adentros y afueras,
por ser tan actuales
y testear los limites
de la razón de época,
aunque lo que te juegues
sea la vida misma
si te prestas como las ratas
entonces morís o matas.
Y que ya no haya más
armonía,
ni para los desembolsos
ni para que vos, te rías;
conmemoración de natalicios
olvidados en el año,
superficies planas
ilusiones rejuvenecidas
y boquitas mal pintadas,
sin conciencias
y con impecables sonrisas
exquisitas;
traspiran execración
y egoísmo
como un coma del karma
el peor individualismo sin alma,
empezar en uno
y llegar a diez,
porque a veces hay que moverse
para darse cuenta lo que esta fijo,
tan actuales andan
con la revolución femenina
y también con sus trampas,
con una lluvia se embarran
los altos taquitos
y un viento hostil destiñe
el rimel de las pestañas
más delicadas y altas,
mientras bailan todos
atolondrados
un break beat del cosmos;
para perderte impune
sin multitudes
mi animal sexual desborda
y mi anima engorda
que sin pliegos, recorre los vicios
más insanos
en un chapuzón de salidas
noctámbulas,
vuelvo a sudar histriónico
superficial y frívolo,
un boquete a lo que era
para ser, ahora,
lo que más odio;
otro ángel cae del cielo
y a mi no me dan los brazos
para alcanzarlo
y el rebota estallando
con las pasiones desmedidas
de esta época
haciéndose añicos
contra los pisos
del conventillo;
sobre basuras orgánicas pobres,
de yerbas húmedas
y de tuquitas secas.
Suicidas conocidos
y desconocidos,
todos amontonaditos
con el mismo mal, tan actual
en el mismo nido.
El desafío intenso y mío
de la justa palabra,
y de como provoca
en nosotros, las cosas
más maravillosas.
La pureza
que tanto nos pesa,
y el reconciliar neuronas
que también cuesta,
mientras las mulas pardas
niegan su familia,
yo no lo haría
aunque a veces,
a todos me los cargaría;
como un drama verde
y viejo, apolillado
desde Copenhague
sin determinaciones
urgentes,
para futuros
muy probables,
y lo simple es más útil
siempre,
por la restricción
del conocimiento,
que cargan las personas
que no notan lo eterno;
a pesar de tus rodeos
sistémicos
y de las convenciones,
aguando, los mismos juegos
que te divertían antes;
y las empanadas
tucumanas
que chorreando
desbordaban repulgues
no tan nobles
naranjas, me empachan
y me dejan con el hígado
en un borde de venenos.
Barlovento desconsiderado
pensamientos descontrolados
Suspiran trilogías
de cuentos fantasmas
en servilletas de sedas,
historias de esas, que ya
no me contaban,
mientras yo whiskyaba,
y con mis manos mareaba los cubitos,
con las mozas preguntonas
o las intrigadas intrusas mironas,
las músicas y las musas
que transitaban,
los cafés de mambos saturados de grises
tan somnolientos y urbanos
tan negros como tus ojos
y la coca cola;
ni las comparsas, ni las bailarinas
ni el derroche de sus colores
pueden contrastarlo,
es gris y se impone
me afecta e infecta,
excediendo desde todas las copas
un sentimiento sensacional
rebalsa y chorrea
derrama;
alguien me preguntaba
y el silencio respondía atento
con un borde carcelario
de dos fuerzas coercitivas.