martes, 4 de agosto de 2009

con ese culito brillante, digno de monumento en cualquier plaza de armas

Mi vida,
que nunca se poseía
porque de toda mano,
se escurría
como, de la mía;
y vos,
te colabas en nuestros ojos
tan de carmelita descalza
y tan de virgen, desatanudos
desde tu apariencia
tan falsada;
para revolear espaguetis
en una cocina del once,
por las mismas mañanas frías
que yo tomaba en moreno
en el devenir cotidiano
por el renovado tren sarmiento;
con los vendedores de chipa
y los rastrojeros.
Vos, que para mi,
eras, el remolino
más centrípeto, que he conocido
fugaz momento, para cultos insulsos
llevarme al infinito en instantes
con dos muecas o mil sonrisas,
y para surcar los pozos hondos
en que nos reconocemos
con nuestro pueblo,
desde Ushuaia a la Quiaca
sigilosamente
desinquietándonos
ante las trampas de alambre
como es, que la ciencia
aleja siempre al buen hombre de la fe
y yo resistiéndome, contradictorio
ante la vida del espíritu;
y vos reapareces
siendo el vaivén mas intenso que me toco
acontecer, derrapando solturas
marcando conciencias
tatuando materias
imperecederas,
mareas mi vida
como la mar batida,
sobre un velero liviano
y me inundas con ese olor a madera;
sos la fugacidad mas indivisible
y el viento mas consistente
con la brisa de la pasión, que todo revalsa;
sos la escalera, al cielo
sin guitarras, aunque con ritmo propio
superando el velo,
recorriendo tus piernas
para dejarme siempre
con la boca bien abierta,
de tanta simetría,
perfección, belleza
y poder de contraste;
como es, que tan rápido desapareciste
sin saborearme,
negando promesas
huyendo del más puro deseo
para querer escalar tan rápido
revalsando superficies
disponibles.
Y vos,
como yo,
tan asolados
como dúo de amigos
burbujeados,
ni noticias de ella tuvimos
ni vamos más al campo.
Hasta que apareciste,
reproduciendo las farsas que confunden
adolescentes fáciles,
y súper-acartonada, en las mismas fachas
lúgubres y tan frívolas que reproduces;
de la mentira, universalmente promocionada
y volar, cada dos por tres,
en avionetas paraguayas,
con 1000 kilos de faso
de descarte brasilero
lleno de ramas
como compañía;
y caer en rosario de casualidad
en una pista privada,
de los hijos de la rural
y de los primos de lacri.
Por un negocio bendito
del conurbano
y por la excusa ingenua, de la falta de nafta.
No te deje nada, si no entendiste que
alcanzar notoriedad sin contenido
no es consistente para el camino;
para volverte un barrilete sin viento
y otro contorno vacío
como una piedra en el zapato
con el mal recuerdo
o un camión de carga, sin baja,
ni ninguna fuerza contenida.
Que hiciste;
si tan cerca,
y sin mi, estuviste
dando las vueltas, más divinas
pasareleando
con tus largas piernas
y con la postura tan esbelta,
te adoro análogamente
aunque de soñador, frecuento
la misma fantasía,
irreal
que tus acciones vacían,
aunque sin bien, de mal
me gusta cuando jugas,
con mi ilusión, y me traes
el real desencanto
natural,
tan cruelmente
naturalizado por esta cultura,
en otra relación asimétrica
y desigual;
te beso toda, igual
si te agarro.
Porque hay que perderse,
para realmente encontrarse.
Quiero ser tu buena despedida
o mejor, ser
el mejor comienzo
te vuelvo a besar,
sin desesperarme
ante monumental locura
provocada ante sugestión y muecas
para que no te queden dudas
de la pasión que de mis labios brota
y de lo que siento, ahora
cuídate mejor
no seas estúpida
como tantas veces
lo he sido,
y lo sigo siendo
yo.