Un romance
de 14 cielos
con las telas de arañas
abandonadas,
para hallar lo escondido,
asumiendo las abolladuras
de las membranas
que duelen,
en la mirada perdida
de tirado, en la cama vacía
trampeando memorias,
extraviado,
sin humor ni contrastes
con el antojo infinito
de amarlos,
mirándote
las patas sucias
con el polvo de ladrillo
después
de correr la locura
del deber ser
y de la tierra cocida;
inconducente
desde las bocas sedientas
nadie nos vierte el néctar
para que la esperanza
adentro se seque,
y en las mesas rebalsando
envases vacíos,
amontonados con los vicios
que te absorben,
con las nubes y todo
lo actual, que siempre desprecias.
Muerde los labios
y me mira
felizmente narcotizada,
da una vuelta en la baldosa
para terminar de encantarme
como lo hacen las hadas,
y raspas con tu índice
mi nariz clausurada.
