lunes, 31 de mayo de 2010

las potencias maduran siempre, más allá de mi voluntad.

Un trabajo espeso
y una retribución compleja,
una pasión marcada fija,
un sol pardo y los pastos amarillos.
Marea emociones turbias
para aferrarse al desenfreno
histérico histórico
y escaparse raspada,
actuando el personaje
de esta época
acusándome con facturas viejas,
por los golpes que la vida le dio,
con los más malos
labores y vicios,
replantea su necesidad
y de que retornen otra vez
las sonrisas,
una planificación
Foresto-intelectual
de alrededores conceptuales
de montes y copas rotas
a montones,
en un punto cierto.
Así continua el tiempo
de los desaciertos,
y a la defensiva
sin coherencia ves lo malo
sin implicarte,
repartiendo parches
para solucionar
los inconvenientes de superficie
no los de trama.
Porque yo te puedo, subir a upa
si se arreglaran con mimos
los problemas de las ausencias
y de tanto vacío
que sentís aislada.
Subís el volumen de la música
y desprecias lo interesante
que te cuento,
para enajenarte
lustrando la burbuja impenetrable
en que con acordes mayores rebalsan
las individualidades más brillantes
que nunca, compartes.
Alas en las cruces fugaces
y en las luces vientos tramposos,
con los ojos llorones
y los recuerdos borrosos,
provocando a las sombras
que luego, te absorben.
Pero las potencias maduran siempre,
más allá de mi voluntad.
Un transito gomoso
que supera mis caprichos
después de una sopa paraguaya
y el mate con hongos,
un despiste de cortezas
en el que, lo perdiste, todo.
Como ella
que sustituyo mis ojos claros
por un caniche oscuro,
y cambio mi opinión comprometida
por el servilismo de un perro
gritón y nada listo.
Refregando la memoria
como para morirme
de una sobredosis de recuerdos
inmaduros,
pancho-funkis.