viernes, 25 de septiembre de 2009

los miedos, contra el mito y los anhelos

Voy a consolarte
cada vez que te canses
de mi parte,
o cuando se te salte la chaveta
o cuando no, te llegue
más agua al tanque.
Irremediable,
descontento complejo
destronándose,
sin las causas ilustres
o las más humanas y justas
que creías desde tu tibieza,
cerrando los ojos
y los espejos del cielo,
rompiéndose adentro el pecho
los miedos,
contra el mito y los anhelos;
frente al humo, del incienso
se asqueaba
y zapateando, a la humareda mareaba,
en trance, como se disipa,
ante el mal, mi alma partida,
o los pensamientos
en mi cabeza
cuando cerca, te siento
o noto tu mirada
marciana.
Sin hablar las palabras
batiéndome, con los suspiros
como si viviera, un dialogo interno
uno multidiverso, uno con todas
las vidas pasadas,
sincronizadas.
Caminos de negaciones
y raspones de revisiones,
fugaces fulgores
de estos, amores,
con las espinas más filosas
y las que me entraron más hondo.
Siempre el camino,
sin ninguna ternura
para el talento, nuestro
que en el barro,
solo se es supervivencia
arremangado.
Vos agachas la cabeza
obediente, me miras perdido
y punteas tu guitarra
inconsistente y sórdida
para no emocionar a nadie
y acercarte al vacío;
moretones, alharaca
y las señales superficiales
o las más vacías;
con los porrazos
que tanto me han enseñado
a morder el asfalto,
por curiosidad y por meter la nariz
donde vos, siempre tocas de oído
y nos mentís
con la experiencia carente.
Urgente necesidad
para pensar como, se debería;
y yo corro a infectarlos,
para cambiar con las letras,
porque voy a soltar amor en esta tierra
para que todo, de una vez se cure,
a desparramarlo infinitamente
por este medio,
voy a asaltar tu humor,
hasta que no te quede más
ninguna cara de culo
de esas, que nada te cuestan;
voy a robarte todas las sonrisas
con las mías,
y que no puedas contenerlas.
Retirándome un poco
del vivir la vida desde la fiesta
aunque no, de la sana alegría
de compartirnos y festejar;
y quedan lejos los sombreros
para tapar todos los agujeros
que supuran, después del eco sordo;
y se han perdido
tantas neuronas en los bailes
sin aprendizaje, ni sentido.
Aún no hemos muerto nosotros
los sobrevivientes
de esta época,
liberando ese presuntuoso
queda en cada uno, como
compartir la experiencia
del exceso.