Despreocupado, como un príncipe templado. y a resistir cada vez que esta estúpida vida te lleva abajo perdiendo de vista lo bello, en esa necesidad de hacer todo lo que me surja, aunque a veces resigne algunas ambiciones que también cargo y me han impuesto como lo han hecho con tigo.
Me colgué desde abajo, alzando mi pera con las ventanas de los edificios y pensé en lo bueno de no tener que vivir con la excusa del estrés aunque a veces pase hambre. Vi crecer un pila de basura barrida por el viento, y también vi dos chicas de un reír soñable.
Me di cuenta que era un pelotudo bárbaro pero frenar esa cultura de la ansiedad estaba muy bien, que yo estaba haciendo la cola porque el teléfono estaba siendo ocupado por un maniquí, jeje entiendo era raro, pero ese maniquí no era tan distinta a algunas de las personas que caminan con tanta pose por esa city, bien de secta, pero como siempre es más facil aprender del contraste y que la excusa del autopensamiento no era en vano, que servia si te interesaba ser una mejor ser humano.

1 comentario:
Interesante relato. Lo disfruté.
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